El haber crecido en países distintos marcó la vida de Carla. Esto le permitió convertirse en “nexo” entre dos culturas, transformándose en “facilitadora” de vivencias e intercambios culturales entre visitantes y locales al regresar a Latinoamérica. Descubrió que a pesar de las diferencias, el sentir nos une, que lo vivido en un viaje unifica, y que esto es lo que permanece en el tiempo.

Ahora desde Europa, ella siente que es un privilegio acompañar el proceso de cada viajero, intentando que cada uno pueda vivenciar y sentir su propia experiencia, para disfrutar de la inmensidad de los Andes, de los cielos estrellados, de los pueblos autóctonos que veneran la tierra, con cantos, ceremonias, tradiciones, de la naturaleza intacta, de una mirada, del silencio, de aquellas experiencias y sorpresas que aún están por suceder. “Mi invitación es a abrirse a sentir y explorar aquello que nos es desconocido, eso es la aventura!”, agrega.